Game of Thrones, el capítulo uruguayo



Si las mujeres militantes frenteamplistas analizamos los cambios que hemos logrado introducir en las políticas públicas desde el primer gobierno departamental del Frente Amplio en el gobierno de la capital del país hasta lo logrado en el 2016 que vamos transitando el tercer gobierno nacional, podemos sentir que hemos logrado  ir cambiando la cultura general en relación a la discriminación hacia las mujeres y se ha ido avanzando en mejorar los efectos de la discriminación en las políticas públicas.

Pero realmente debemos confesar que no hemos logrado penetrar  en el corazón ideológico del Frente Amplio que todas integramos…

Los esfuerzos no han sido menores:

  • Cada año pre-electoral la dedicación a las propuestas programáticas.
  • Cada Plenario o Congreso, los esfuerzos para estar representadas y aprobar las propuestas para el próximo gobierno.
  • Cada período electoral, el debate interno de cada sector para que haya mujeres en los lugares salibles de las listas.
  • Cada año de gestión, el seguimiento incansable de que se apliquen los compromisos en los distintos organismos públicos y que no se desvíen de los objetivos de igualdad.
  • Cada elección para la presidencia del Frente, proponiendo mujeres;
  • Todo el tiempo, pidiendo formación para los militantes para incorporar la conciencia de la discriminación.

Y lo mejor es que lo hacemos JUNTAS,  mujeres representantes de los distintos sectores del FA.

Y sin embargo…

El Frente Amplio y sus sectores y me atrevo a decir, sus bases, han seguido desde la recuperación democrática con la rutina de eternizar sus cuadros en los cargos de dirección o representaciones institucionales, cuadros que, como la cultura política uruguaya reconoce, son masculinos.

Esta carrera de desgaste de las mujeres al interior de sus partidos la he podido seguir  desde 1985 y es bastante decepcionante cómo van quedando por el camino y se cansan de que el estilo  de ejercer la militancia es tan abrumadoramente masculino, que terminan aburriéndose de una exigencia horaria que resulta imposible mientras sus parejas o familiares no se responsabilizan de los que comen, ensucian, desordenan,  se enferman, etc.

El resultado es que hay algo de participación cuando son jóvenes y no han asumido responsabilidades familiares pero después desaparecen hasta que sus hijos se han ido de la casa .

El resultado es que, como en las carreras administrativas o profesionales, a las mujeres que militan en política, se les corta el proceso  en el que se disputan los lugares de mayores responsabilidades políticas. Y reinsertarse en los “clubes de toby” que negocian sus expectativas de cargos y lugares, resulta difícil porque son pocas y extrañas en el “juego de tronos”.  Y no tienen dragones que las ayuden…

El elemento esencialmente democrático de la representación de las experiencias y puntos de vista de más de la mitad de la población y seguramente de la mayoría absoluta de militantes del Frente Amplio, parece no entrar en el marco de definiciones de democracia de los masculinos dirigentes del Frente Amplio.

Y los aportes más ricos que se han hecho para pensar en un desarrollo inclusivo, igualitario y por lo tanto sustentable, se han hecho desde filas femeninas. Sin embargo, estos aportes académicos, de gestión y de objetivos programáticos, hasta que no los dice un pope masculino, no parecen tener validez.

El rechazo sistemático a los mecanismos de acción positiva para la inclusión de las mujeres en ámbitos de decisión y ahora a la paridad en la representación de los ámbitos legislativos, perpetua la cultura de que la política la hacen los hombres y nosotras simplemente  podemos acompañar sumisas  y sin demasiados corcoveos la natural ceguera para muchos de los asuntos que nos conciernen a las mujeres uruguayas.

El problema no es que se conviertan solo en políticamente correctos y digan algo que no piensan: ¿Se puede ser de izquierda y mirar tranquilamente a la política uruguaya como una cuestión de testoterona? ¿Qué empatía se le puede pedir al funcionariado del Estado para que “vea” las diferencias de género y los responsables de elaborar las políticas no las entienden?

Se puede comprender que es más cómodo estar entre los colegas pero si no se incorpora al otro sexo, realmente no empezamos a entender la importancia de la diversidad.

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