Antes de la próxima creciente



Las lluvias de hace algunos días hicieron que el río volviera a crecer. No fue la crecida del año anterior, pero igualmente tuvo como consecuencia un número importante de familias evacuadas. En la ciudad de San José se informó de 104 personas; de Ciudad del Plata no se manejaron datos; una vez más… Tampoco sabemos cuántos se auto evacuaron. Sobrevuela el fantasma de las grandes inundaciones del año pasado y mucha gente mira el río con preocupación.

El río ha crecido siempre. Nos cuentan los viejos que las riberas y el cauce eran diferentes, otra vegetación, otros arenales, otra agua. Las crecientes no son novedad, pero también son ‘otras’. Además tenemos nuevas variables: por un lado, hay más personas viviendo en las orillas de la ciudad. Las familias se afincan donde pueden, si hay trabajo cerca mejor. Cortar la leña del monte, sacar arena, hacer ladrillos… En San José las crecidas afectan a más personas de las familias más humildes, que son las que tienen más hijos. Por otro lado, nuestra vida moderna tiene muchas y variadas consecuencias para el río. No hay más que mirar desde el Puente Carretero cómo florece en bolsas de nylon nuestro bosque autóctono. Los desbordes siempre han existido: pero son cada vez más frecuentes y terminan en mayor cantidad de personas desplazadas.

La semana pasada se conoció que la Intendencia encargará a la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República un estudio para “identificar los factores que determinaron el impacto de la histórica creciente de 2016. El trabajo sugerirá alternativas para intervenir y mitigar el efecto de las inundaciones” (Diario Primera Hora 31/08/2017). Es una muy buena noticia, ya que este tipo de estudios dan información científica para luego tomar mejores decisiones.

El crecimiento de la ciudad.

En San José de Mayo se está elaborando el Plan de Ordenamiento Territorial. Este proceso que tiene que ver con el mandato de la Ley Nº18308 de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Sostenible, se vio detenido justamente por las inundaciones del año pasado ya que la línea hasta donde llega el río se modificó.

El Plan de Ordenamiento Territorial para la ciudad es una oportunidad de planificar el desarrollo urbano para los próximos años y dar soluciones definitivas a la población que vive en zonas inundables. Estas soluciones deben ser coordinadas y articuladas entre los diferentes organismos y por supuesto, con los afectados.

¿Qué planes de vivienda podemos tener para las familias que viven en zonas que se inundan de forma reiterada? Esas personas ¿están dispuestas a vivir en otro lado aunque sigan desarrollando su actividad de trabajo o producción en la zona?

La primera condición es partir de un diagnóstico detallado de las diferentes situaciones socioeconómicas que los involucran y que las hacen estar en condiciones de mayor vulnerabilidad frente a la crecida del río. A partir de allí se puede pensar en programas específicos, de esos que se proponen para realidades también específicas más allá de las políticas públicas generales. Teniendo claro además que las soluciones no van a venir desde un solo lugar.

Nuestra forma de vida

No tengo elementos ni conocimientos científicos para realizar el estudio que realizará la Facultad de Ciencias, pero me animo a dejar planteadas algunas hipótesis.

La primera tiene que ver con la tala indiscriminada de los montes nativos a lo largo de los cursos de agua; el Río San José y todos sus afluentes. No se da tanto por el pequeño vendedor de leña, como por vendedores más grandes y por la producción a mediana y gran escala que saca los árboles porque “molestan” para su actividad económica. Deforestación, como en el Amazonas, aunque sea en pequeña escala. También somos responsables si compramos “leña de monte” porque es más dura y no se va tan rápido. La demanda genera la oferta.

Necesitamos mayores medidas de fiscalización que pongan sanciones a la tala del monte nativo. En esto hay competencias compartidas.

Otro aspecto que afecta el río es la contaminación y la degradación que se produce por la actividad agropecuaria. El productivismo afecta los diferentes ecosistemas a lo largo del río y disminuye la vida que allí se desarrolla.

Necesitamos mayores medidas de fiscalización que pongan sanciones al mal uso de técnicas como la fumigación o los agrotóxicos. También legales que promuevan otras formas de producción en esos perímetros sensibles. No es imposible. La vecina Intendencia de Canelones tomó algunas medidas y estudia otras.

Finalmente, debemos repensar los permisos de relleno de terrenos que se dan en la ciudad. Esto le compete directamente al ejecutivo departamental. Es como cuando jugamos a construir un castillo de arena en la playa. Si no hacemos correctamente los canales y túneles alrededor, el agua entra, desborda y se nos cae el castillo.

Aguardamos con ansia el trabajo de la Facultad de Ciencias pero a no olvidarnos que las decisiones son políticas y algunas de estas cosas ya las podemos ir haciendo. Antes de la próxima crecida.

 

Ana Gabriela Fernández 

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