Análisis de las elecciones presidenciales en Francia



        El avance del bloque neoliberal y conservador a lo largo de occidente no escapa a la realidad de Francia. Marine Le Pen, con propuestas de corte xenófobo, nacionalista y oligárquico, encabeza las encuestas. Sin embargo, algunos análisis plantean que, tras conseguir el apoyo del actual presidente François Hollande, la candidatura de Emmanuel Macron (su ex-ministro de Economía) lograría vencer en segunda vuelta a la ultraderechista Le Pen.  Por otra parte, François Fillon, el representante de la derecha conservadora, quien supo ser el favorito para gobernar el Eliseo, ha quedado en tercer lugar debido a un supuesto caso de corrupción que incluye a sus familiares directos.  Este escenario se desarrolla en un país cuyo desempleo se acerca al 10%, con un PBI que ha sido golpeado por la crisis regional y donde un cuarto de millón de refugiados ha sido recibido pero no bienvenido.

          Para lidiar con dicha coyuntura se ha puesto en funcionamiento una serie de reformas laborales que llevan a una precarización laboral. Entre ellas se estableció un 20% de aumento de las horas de trabajo sin el aumento salarial correspondiente y una severa flexibilización de los despidos. Si algo positivo se puede extraer de dicha reforma es el notable auge de la movilización social y sindical que generó. Este masivo e inmediato despertar popular desembocó en la “Nuit Debout” (Noche de pie), y devino finalmente en un movimiento de carácter “infantilista” cooptado por “les autonomes” (los autónomos), la resaca más extremista y libertaria del Mayo Francés. Mientras tanto desde la izquierda no se ha logrado formular una síntesis política real y significativa, como sí ocurrió con el 15M en Madrid o con el G700 en Atenas.

            Son 55 los candidatos presidenciables, de los cuales sólo 5 podrían lograr el 10% de los votos en las elecciones del próximo 23 de abril.

            Desde la izquierda se visualizan dos propuestas claves, la de Jean-Luc Mélenchon, con un notorio contenido de clase aunque encasillado mediáticamente como “la voz de la izquierda radical”, y la de Benoit Hamon, quien representa el ala izquierda del PS (Partido Socialista). En el caso de Mélenchon, inspirado en las experiencias latinoamericanas, ha expresado que: “… el Frente de Izquierda es una fórmula política que liga a partidos muy diferentes. Ahora tenemos hasta ecologistas oriundos de la franja más radical. (…) Todos llegaron a encontrar cuál era su intersección común. En este caso, el modelo que puedo evocar es el Frente Amplio de Uruguay. Para mí fue una fuente de inspiración, desde hace muchos años.”

            Mélenchon, acompañado por el PCF (Partido Comunista Francés) y grupos más pequeños, entre ellos los ecologistas, cuenta con una plataforma dirigida a la clase obrera. En su plan de gobierno propone derogar la reforma laboral del pasado año, bajar las horas semanales de trabajo a 32 y el aumento del sueldo mínimo por encima de la inflación. Por otro lado, plantea reducir un 30% el sueldo presidencial junto al de los legisladores, para así impulsar un plan de vivienda social orientado a las capas bajas y a los estudiantes de la universidad pública. También propone aumentar los impuestos a las cámaras empresariales, suprimir algunas exoneraciones impositivas y aumentar un 15% a la banca. Promueve una reforma constitucional en busca de la prometida “república social” con un alto contenido laicista. Por último propone multas para los partidos políticos que no cumplan con la cuota de género y, algo nada menor, el retiro inmediato de las tropas en Afganistán.

            Por otra parte, el Partido Socialista dejó claro en sus pasadas elecciones internas que necesita un giro a la izquierda. Es así que Benoit Hamon venció con una considerable suma de votos a Manuel Valls (representante del ala neoliberal del PS). Proveniente de la franja progresista del desesperanzador y dividido Partido Socialista, aparece el ex Ministro de Educación, Benoit Hamon, quien comparte ciertas líneas políticas con Mélenchon. Entre ellas está suprimir la Ley de Trabajo que su propio partido formuló y puso en funcionamiento. Ambos comparten la línea ecologista que busca potenciar el uso de energías renovables y propone realizar una Reforma Constitucional que permita quitarle peso al presidente y profundice en mecanismos de democracia directa. Para ello se establecería el llamado “49,3 ciudadano”, donde el 1% de la población podría solicitar la aplicación o supresión de una ley, algo demasiado platónico para la sociedad francesa.

            Desapegándose del neoliberalismo y la austeridad que ha colmado al PS en este último mandato, Hamon pone sobre la mesa un conjunto de medidas de corte popular. En este sentido, plantea la creación de un ingreso de base universal de 750 euros, -equivalente a unos 23 mil pesos uruguayos- para todo ciudadano mayor de edad, quien trabajando o no, lo recibiría igual. En su programa de gobierno figura también la suba al 7% del PBI destinado a la educación. En la agenda de nuevos derechos propone la legalización del consumo de cannabis y la creación de una brigada de lucha contra la discriminación de la población LGTB y transgénero. No obstante, las propuestas que más promociona Benoit Hamon en su campaña son dignas de una izquierda poscolonialista. Esta nueva tendencia, muy presente en el progresismo de Europa occidental, sustituye al sujeto de emancipación: la clase obrera pierde su protagonismo dejándoselo a los inmigrantes, refugiados, afrodescendientes, musulmanes e incluso a los llamados sexodisidentes.

            Desde el Front National (Frente Nacional) se encuentra Marine Le Pen, al parecer la favorita en la primera vuelta. Ultraderechista de calibre reaccionario a tal punto que plantea el cierre inmediato de las mezquitas “extremistas” y la persecución y destierro de cualquier sospechoso de estar vinculado con el yihadismo. Algunas de sus propuestas son la instauración por decreto de la pena de muerte y cadena perpetua, suprimir el matrimonio entre personas del mismo sexo, prohibir que puedan adoptar y no regularizar la ciudadanía de los inmigrantes que estén ilegales. El tinte nacionalista de su plataforma es sumamente alarmante. En el plano económico plantea un proteccionismo muy similar al de Trump, argumentando la necesidad de cuidar y potenciar la industria y la mano de obra francesa. De hecho impulsa multas fiscales en caso de que las empresas contraten extranjeros. Y a nivel de relaciones internacionales habló de una posible alianza antiislámica tripartita junto a Putin y Trump.

Por otro lado, Macron es el favorito para quedarse con la Presidencia en caso de 2da vuelta. El año anterior abandonó el PS y al parecer podría contar con el apoyo de los votantes de centro izquierda. Se ubica en el espectro más liberal, junto a los fundamentalistas de mercado y el laissez faire. Este candidato ha sido denominado desde la extrema derecha como el “candidato de los ricos y la globalización”, mientras que la izquierda lo llama “ultraliberal y continuador del hollandismo”. En sus propuestas no hay plan de gobierno y se desconoce si será presentado. Únicamente hizo mención de sus intenciones de liberalizar la economía, simplificar el derecho laboral, rebajar la presión fiscal a las cámaras empresariales y reducir las cotizaciones patronales en 6 puntos. Nada muy tentador, que de socialismo sólo conservó la nomenclatura.

                        En síntesis, la izquierda francesa está dividida entre Mélenchon y Hamon, quienes en el caso de unirse sobrepasarían a todos los candidatos en cantidad de votos. A su vez existe una diversidad de grupos de izquierda que podrían formular una posible alianza que articule las tendencias progresistas del país y así ganar las elecciones. Los sondeos coinciden en el duo Macron -con su reciente sector En Marcha!- y Le Pen -mediante el Frente Nacional- para disputar la segunda vuelta de las elecciones el próximo 7 de mayo. Es importante tomar en cuenta que pocos puntos más debajo de estos dos candidatos, se encuentra el conservador Fillon -quien venció en las internas del Partido Republicano al ex-presidente Sarkozy-, luego el candidato del PS, Hamon, y finalmente a través del Frente de Izquierda, Mélenchon. De todas formas, resulta tranquilizador que ninguna encuesta tome como posible ganadora a Marine Le Pen.

            Todo esto se enmarca en un occidente ofuscado por el fracaso sistemático del neoliberalismo, que parece no encontrar más recetas que el recorte austero del gasto público, la precarización laboral y la especulación financiera que sólo perjudica a las capas medias y bajas. Es un momento clave donde la izquierda debe trabajar “desde abajo” y llenar los espacios institucionales y populares para así generar iniciativas y una coyuntura que permita materializar proyectos emancipatorios. El desafío de las izquierdas y el progresismo francés debería ser percibir la importancia de unirse electoralmente, para derrotar a la derecha e ir acercándose a una sociedad más justa, libre e igualitaria.

 

Por Marcos Casas (UJC)     

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