Cualquier manera de amor vale la pena, cualquier manera de amor vale amar



La fecha elegida fue el 28 de junio, en conmemoración de la revuelta de Stonewall, sucedida en 1969 en las calles de Nueva York cuando lo que pretendió ser un acto de violencia y opresión se terminó transformando en un acto de resistencia y visibilización en la lucha por los derechos de las personas lesbianas, gays, bisexuales y trans.

“Éramos 15 personas, era una cosa muy tímida, ni siquiera llegó a ser una marcha, sólo una concentración en la plaza Libertad con volanteada y una pancarta que decía ‘Orgullo homosexual’. ¿La prensa? Sólo una foto en un diario, una o dos líneas. Pero fue un gran acto, interesante”.  Así lo contaba Fernando Frontán, uno de los participantes de aquella gesta, a un medio de prensa.

Gracias a esos pocos y valiosos registros fotográficos, de una de aquellas militantes por la diversidad sexual y de género, Diana Mines, pudimos ver recién, un grupo de hombres y mujeres valientes que en pleno invierno de 1992 se animaron a enfrentar sus propios miedos y salieron a la calle, a la plaza, al espacio público, ese lugar común que hoy, no dudamos en afirmar que nos pertenece a todas y todas, pero que dista mucho de aquel país de 25 años atrás, donde el Ministerio del Interior aún practicaba razzias y fichaje de personas LGBTI. Ese grupo de valientes llevaba la dignidad como bandera y como escudo al mismo tiempo, porque estar ahí, bajo esa pancarta, podía significar desde una paliza hasta la pérdida del trabajo, desde las miradas de reojo hasta los insultos más cobardes, desde conflictos familiares hasta quedar en la calle.

La valentía de quienes se animaron a dejar al descubierto el estigma de pertenecer a una comunidad discriminada y violentada por la sociedad y también por el Estado, merece sin lugar a dudas, este pequeño pero simbólico homenaje, que estamos realizando hoy y que fue votado por unanimidad por todos los partidos y sectores que integran el Parlamento de Montevideo. Homenaje que increíblemente generó cuestionamientos que sumados a recientes declaraciones de algún Representante Nacional que expresó sin medias tintas su intención de derribar los derechos conquistados, no hacen más que reafirmar la pertinencia y justicia de este acto de reconocimiento colectivo a una comunidad que se negó a vivir en silencio y ser parte del olvido, y tomó un rol activo en la defensa de sí mismos y sus derechos.

¡Y vaya que lo han logrado! Desde la década del ´80, con Escorpio, organización que dio el puntapié inicial, al abrir un espacio de difusión de los derechos homosexuales, pasando por Homosexuales Unidos, promotores de la jornada de volanteada del año 92 y luego de las primeras marchas del orgullo gay, también el Movimiento de Integración Homosexual, sin olvidarnos dela Brújula Queer, Atru, Lesvenus, Somos, entre otros, todos espacios de encuentro, debate y militancia de quienes no han sentido que su  identidad de género y orientación sexual sean acordes con su sexo biológico y los mandatos sociales establecidos. De estas organizaciones, nuestra sociedad ha heredado un legado de luchas históricas que en los últimos años, producto de un movimiento de la diversidad sexual renovado y fortalecimiento se ha materializado en avances normativos tan importantes como la ley de unión concubinaria, la ley de cambio de nombre y sexo registral, la ley de adopciones, la ley de matrimonio igualitario, la ley de reproducción asistida, la cuota para la población trans en la ley de empleo juvenil. Todas conquistas del movimiento social que instaló las demandas, y del Frente Amplio que fue capaz de procesarlas, instalarlas y defenderlas en el discurso y las acciones en especial  frente a posicionamientos políticos que en estos días hablan de la reversibilidad de la llamada agenda de derechos.

Sin embargo, debemos reconocer que a pesar de las múltiples políticas públicas afirmativas que se están desarrollando a través de diferentes ámbitos institucionales, aún estamos en deuda con los colectivos LGBTIQ. Estamos en deuda como sociedad, como comunidad que aún estigmatiza, se burla, etiqueta, enjuicia, esconde, discrimina a las personas por su orientación sexual e identidad de género. Tenemos un compromiso ineludible con las personas trans, tal vez el eslabón más vulnerable de esta cadena, que aún hoy sufre por la falta de empleo, de vivienda, de igualdad en el acceso a la educación. La brecha entre la igualdad legal y la igualdad social aún es grande y depende de cada uno de nosotros hacer que cada día se reduzca. Y aquí me voy a permitir hacer un especial reconocimiento a la Intendencia de Montevideo y la implementación de la Agenda de Diversidad Sexual e Igualdad Social como una política pública desplegada en un abanico de acciones como la capacitación de funcionarias y funcionarios, la redacción de nueva legislación, la generación de propuestas culturales, el trabajo en servicios de salud inclusivos, el disfrute de espacios públicos libres de discriminación, todo bajo la acertada consigna de “Montevideo respeta, reconoce y celebra la diversidad”. Creemos que el camino es por ahí, sumando los esfuerzos de la sociedad civil organizada y las instituciones, como en 1997, hace ahora 20 años, cuando por primera vez la Junta Departamental de Montevideo, con Margarita Percovich y Jorge Zabalza como padrinos, consiguieron que se hiciera la primera Semana de la Diversidad, junto a mujeres y  afrodescendientes, también grupos discriminados. Como en encuentros como el de hoy, donde la ciudad de Montevideo rinde homenaje a tantas luchas, tantos sueños y también tantas concreciones y nuevos desafíos.

Para finalizar me gustaría compartir con ustedes un fragmento de un texto de Eduardo Galeano que dice así:

“Pero ellos y ellas, los raros, los despreciados, están generando, ahora, algunas de las mejores noticias que nuestro tiempo transmite a la historia. Armados con la bandera del arcoiris, símbolo de la diversidad humana, ellas y ellos están volteando una de las más siniestras herencias del pasado. Los muros de la intolerancia empiezan a caer. Esta afirmación de dignidad, que nos dignifica a todos, nace del coraje de ser diferentes y del orgullo de serlo. Como canta Milton Nascimento: Cualquier manera de amor vale la pena, cualquier manera de amor vale amar.”

 

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