A 90 años de aquella primera vez



Si levantamos la mira y observamos a nuestros vecinos, que en su momento eligieron democráticamente a sus presidentas, por un lado sentiremos que estamos a miles de años luz, y por otro, que ya es imposible pensar la política sin mujeres.

90 años atrás votaba Rita Ribeiro por primera vez en Sudamérica, en un lugar bastante remoto, como lo era Cerro chato, en Uruguay. Era brasileña, afro, tenía 93 años y fue la primera.

El marco en el que se dio ese sufragio fue un asunto de territorio, pertenencia y frontera, porque no estaba definido si ese feudo respondía al gobierno local de Treinta y Tres o al de Durazno.

Desde ese entonces hasta ahora las mujeres hemos ido caminando a diferentes ritmos y derribando mitos hacia una mayor y mejor participación política, no sólo como votantes, sino también con el derecho a ser elegidas. Esta lucha ha sido transversal a todos los partidos políticos en nuestro país, y eso la hace aún más fuerte.

En el 32 nos autorizaron legalmente a sufragar, pero con  dictadura al medio recién en el 38 pudimos hacerlo. En el 46 aparecieron las primeras representantes en las cámaras y de ahí en adelante estuvimos siempre, al principio no existían ni toilettes para nosotras en el Palacio Legislativo y tener ese espacio también fue una conquista.

Si venimos hasta el siglo XXI, aparece la Ley de Cuotas como resultado de un proceso de años, es un instrumento válido para aumentar nuestra presencia en las hojas de votación y en la cantidad de bancas obtenidas, sirve como herramienta para la equidad, pero quedó demostrado en la práctica que no es suficiente para que el poder bicameral se reparta 50/50 entre hombres y mujeres.

Los partidos más tradicionales creen haber cumplido con sus mujeres y la democracia, mientras que nuestra fuerza política, el Frente Amplio, empieza a entender que debemos hacer camino como iguales con nuestros compañeros.

En 2014, Constanza nadó como un salmón, fue candidata a la presidencia y resultó electa Senadora con votos propios. Se posicionó como mujer política de izquierda, disputando poder también con sus ideas. Es una voz que opina sobre diversos asuntos, rompiendo la etiqueta de que las mujeres solo sabemos de “algunos temas”, pero nunca de todos.

Casa Grande como movimiento se definió feminista, y encabezó sus listas en la mayoría de los departamentos con mujeres, reafirmando su compromiso con la participación política de las compañeras también en el interior.

Hoy algunos proyectos siguen en danza, entre ellos el de la paridad, vestido de hipocresía, porque ya se sabe que no están los votos que se necesitan para su aprobación.

La realidad nos repite a diario que tenemos un déficit democrático, mujeres aún utilizadas como floreros y otras tantas que pasan por la política y le huyen al sistema.

La situación podría mejorar, si tan solo hubiera un poco de voluntad política. Hace falta que el caudillismo despierte de su conservadora siesta y entienda como dijo Camila Vallejo que “hay que ceder poder”.

La historia continuará, seguiremos formando masa crítica, generando nuevas alianzas y cuestionando al patriarcado, juntas y en las calles, porque es muy injusto que la igualdad todavía se visualice como una utopía, en un mundo paralelo.

Dejar una Respuesta

XHTML: Usted puede usar las siguientes etiquetas: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>