La política de seguridad debe poner en el centro la dimensión preventiva



El pasado 18 de abril se realizó la interpelación al Ministro del Interior Eduardo Bonomi. Allí, el Senador de Casa Grande; Rafael Paternain realizó una intervención que hizo foco en los temas que  considera verdaderamente importantes en relación a la seguridad.

El senador Paternain se refirió a algunos puntos importantes. Por un lado el hecho que el problema de la preocupación por el delito y la inseguridad se ha instalado en las sociedades contemporáneas desde hace muchísimo tiempo, a tal punto que se dice –sobre todo en sociedades desarrolladas– que es una problemática fuertemente institucionalizada, que no varía a golpes de cambio de Gobierno, que no se altera y que es independiente del porcentaje de victimización; es algo que está asociado muy fuertemente a cambios sociales, culturales y económicos.

“En Uruguay esto lo vemos desde hace muchísimo tiempo; la preocupación por el delito, las percepciones de inseguridad y los procesos crecientes de victimización no empezaron con los gobiernos del Frente Amplio. Eso es así y no se reconoce y no se dice, porque reconocerlo y decirlo implicaría también un cierto encuadre de modestia. Y esto va a seguir siendo así en términos generales aunque haya cambio de Gobierno”, dijo el Senador.

Puntualizó que es ahí donde debemos poner el ojo y donde el problema tan grave trasciende a un ministro, a una cartera de interior, e interpela de forma mucho más abierta los desafíos de la política pública. Dijo que le preocupa el dilema de cómo gestionar contextos con altas tasas de delito, que puedan hacer cuajar dispositivos medianamente eficaces para controlarlas. “Ese dilema interpela y la verdad es que esa interpelación es la que me preocupa y no ésta, que no aborda ningún nudo, ningún dilema, ningún asunto central o relevante, ni siquiera como crítica.”

El senador de Casa Grande expresó que siempre ha tenido la convicción de que una política de seguridad debe poner la dimensión preventiva en el centro de todo el esfuerzo, de todo el debate  y de todas las peleas. “Es allí donde debemos dar el debate, donde tenemos que llevar la discusión, pelear y exigirnos, porque es donde está la discusión sobre el desarme; allí está la discusión que tenemos que dar en términos de gasto e inversión en materia de política de género, de combate a la violencia de género; es allí donde tenemos que activar los resortes de confianza y legitimidad para que haya participación social y la gente también se involucre en estos asuntos.”

Agregó que otro dilema es aquel de la tensión de ir llevando de a poco el eje de la política de seguridad solo en clave punitivista, en una suerte de justicia penal expresiva; “me refiero a esa idea de dar señales, al modelo de la retribución, de la incapacitación o de la gestión del riesgo. Ese es el riesgo sobre el que venimos advirtiendo hace tiempo y sobre el cual estamos en un momento delicadísimo. Es el riesgo –y lo digo con absoluta claridad– de la demagogia punitiva. El senador Larrañaga negaba esa idea, y yo con todo el respeto del mundo le digo que su discurso es como de manual de lo que se entiende por demagogia punitiva.”

Paternain expresó que el punitivismo es parte del problema, no la solución. “Y el resultado de esa lógica, que también es una manera de hacer política no nos ha traído más que dolores de cabeza, y no nos seguirá trayendo más que dolores de cabeza, porque en cualquier política de seguridad los arrestos, las prisiones, las detenciones o el encierro constituyen un costo, no un beneficio. El encierro tiene costos sobre el castigado, pero también tiene unos costos sociales enormes sobre los entornos sociales del castigado. El encierro lo que hace es impedir la posibilidad eventual de una inserción exitosa en materia de reversión de la reincidencia y posterga la edad de salida del delito”, expresó.

El senador también apuntó que algunos estudios también han señalado que, más allá de lo que se sabe en cuanto a que la cárcel refuerza los patrones culturales del delito en lugar de mitigarlos, si se aumentara la población carcelaria en un 10%, en el mejor de los casos tendría un impacto de entre un 1% y un 2% en la reducción de las tasas de delito. Ironizó sobre el hecho de que igualmente nos focalizamos en estas políticas: “Pero igual insistimos, ¿no? Vamos por este camino. Lo empezamos a mediados de la década de los noventa; sigamos por aquí. Demos las señales, démosle a la gente lo que la gente quiere escuchar. Vayamos por ahí en lugar de revertir todo el sistema sancionatorio, en lugar de fortalecer todos los mecanismos de prevención y, sobre todo, de fortalecer todos los mecanismos de prevención de riesgos.”

Finalizó expresando su preocupación por estos temas más allá de la interpelación puntual: “Ése es el punto del drama que tenemos hoy porque mientras muchos acá están empeñados en voltear a un ministro, empeñados en cercar al Gobierno, la suerte de la democracia se dirime en otro lugar.”

 

Imagen: Archivo de La Diaria

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