Agroecología, un plan para trabajar



La semana pasada, finalmente, el Senado de la República votó la aprobación del Plan Nacional de Agroecología; 27 en 27. Digo finalmente, porque este plan, que está en el programa del Frente Amplio, venía siendo postergado. Este logro no hubiese sido posible sin el esfuerzo militante de mucha gente que de manera organizada reclamó e incidió, dando la batalla ideológica para que se aprobara. Como Ley, es apenas un comienzo. Pero, principio quieren las cosas… Desde aquí, veamos posibles puertas de entrada para su implementación en el ámbito departamental.

En primer lugar partimos de algunas premisas que hacen a nuestra concepción de desarrollo. Un desarrollo que se desmarque del mero crecimiento económico; que se reparta equitativamente asegurando la cobertura de necesidades básicas de cada ciudadano y ciudadana y que pueda asegurar la vida de las generaciones futuras.

La FAO advierte que la única forma de paliar el hambre es con la agroecología, con la producción familiar y de pequeños productores (Reunión anual Roma, abril 2018). Y vaya si la disminución del hambre está incluida en esa cobertura de necesidades básicas cuando estamos hablando de la subsistencia de la propia vida. ¿Cómo se explica que en América Latina más de 39 millones de personas estén subalimentadas con todo el alimento que se produce?*2

San José, como departamento que presenta el más alto porcentaje de población rural y donde tradicionalmente se afincan pequeños productores, es un terreno fértil para pensar en la promoción y desarrollo de la producción agroecológica (Artículo 1 de la ley).

Una preocupación permanente de las gremiales rurales es la migración de la población rural a las ciudades. ¿No podríamos ponernos al frente, como departamento, para reactivar un mercado agroecológico que otorgue motivos a las familias productoras para quedarse en su sitio de producción? El Plan de Agroecología es una oportunidad de reactivar la economía local, ya que sustituye insumos externos y genera equidad en el acceso de los alimentos disminuyendo los costos. Piense usted lo que ahorra cuando va a la feria en el fin de semana. Imagine además, si eso que consume asegura que el tomate vuelva a tener gusto a tomate y la zanahoria no le deja la mano naranja cuando la ralla.

La agroecología además, busca que la producción esté libre de químicos que matan todo lo que esté a su alcance, incluida la vida humana. Existe evidencia de los efectos del Glifosato vinculados al cáncer (declarado por la Organización Mundial de la Salud en 2015 como posible cancerígeno). Según la ley 17.283 del año 2000, es un derecho de toda la población uruguaya gozar de un ambiente sano y equilibrado: esto es justamente lo que los agrotóxicos no permiten.

La agricultura que maximiza la productividad y el agronegocio en general, nos están dando muestras de sus debilidades porque rompen los equilibrios ambientales, no dan tiempo a que los ciclos naturales se recuperen provocando verdaderos desastres a nivel de suelos y clima. La máxima rentabilidad beneficia a unos pocos y ese crecimiento económico no condice con los ritmos naturales ni la distribución equitativa entre la población. Los impactos ambientales negativos no son iguales para toda la población porque las desigualdades sociales se acentúan, los problemas en la salud son cada vez mayores y la mirada hacia lo macro invisibiliza prácticas tradicionales de cada región, esas que hacen a la identidad cultural de cada zona por la que se conoce, sin estudiar, qué yuyo mata a tal bicho o que semilla se debe plantar.

En este sentido, la ley crea la Comisión Honoraria del Plan Nacional para el Fomento de la Producción con Bases Agroecológicas integrada tanto por las instituciones del Estado que deben garantizar la producción, el cuidado del medio ambiente y la salud, como por la academia, los centros de investigación y la sociedad civil, esas que pelearon por la ley.

Esta Comisión Honoraria debe, en primer término: “Elaborar la propuesta del Plan Nacional de Producción con Bases Agroecológicas, en el plazo de ciento ochenta días a partir de su integración”. Y a su vez, “promover el diálogo y la reflexión en la temática entre los diferentes niveles de gobierno y la sociedad civil, así como la participación a los efectos de la elaboración e implementación del Plan”.

Como tantas otras veces, la ley puede quedar en tinta sobre papel si no la aprovechamos. Pero nos ofrece más de una puerta y varias ventanas porque permite comenzar a tener experiencias al servicio de la población integrando la seguridad y soberanía alimentaria.

En San José y desde la Junta Departamental, podríamos tener la iniciativa de establecer un diálogo con esta Comisión Honoraria y dar el puntapié inicial para marcar la cancha.

 

  1. Agradezco los aportes recibidos por el productor Eduardo Bauzá y la Ing. Química Ma. José Manivesa.
  2. “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo” (FAO, 2018)

 

 

Ana Gabriela Fernández

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