Nuestras hijas



Nacieron en los comienzos del siglo XXI. Han tenido la suerte de crecer con varios privilegios y la desdicha de no conocer algunas privaciones.

Nacieron en medio de la revolución tecnológica y digital y no saben lo que supone rebobinar un casete con una Bic. Escucharon a los Cantacuentos, que a las madres nos hacía acordar mucho a Canciones para No Dormir la Siesta. En las películas de Disney aparecieron princesas como Mérida que desafiaron a la autoridad y la tradición y en medio de su tránsito por la infancia y la adolescencia estalló el movimiento feminista a nivel global.

Las hemos educado como mujeres pensantes, críticas y empoderadas. No es nada fácil, por cierto, cuando el consumo y el capital nos bombardean para quedarnos en “la chiquita”, comprando desde casa cosas nuevas y escuchando reguetón. No es nada fácil hacer entender que hay otras maneras de concebir el mundo, cuando estás planteando caminos que van para el lado opuesto al que va “la manada”. Educar en derechos en la vida cotidiana tiene eso de contradicciones a cada minuto, de discusiones eternas y de momentos en que no sabemos si lo estamos haciendo bien. Intentar otros modelos de crianza que aporten a una mejor sociedad, nos enfrenta a negociaciones y equivocaciones, nos hace remover nuestra propia subjetividad y reconocer nuestros errores.

Aquí están, algo debemos estar haciendo bien cuando son capaces de denunciar si hay límites que otros sobrepasan en sus cuerpos. Nuestra generación lo calló, nuestras hijas lo expresan porque saben que les creemos.

Aquí están, algo debemos estar haciendo bien cuando el año pasado entendieron de primera que la ley integral Trans era impostergable porque restituía derechos y cuando hace unas semanas salieron en masa a contestarle al electo diputado: “Bancátala vos”.

Aquí están, algo debemos estar haciendo bien cuando luego de militar por el No a la Baja, se dieron cuenta, el mismo día, que algo mucho más grande estaba en juego y llenaron los comités del Frente Amplio y pensaron juntas y juntos, qué hacer. Fue cuando llenaron las calles de militancia, no importa si les daba la edad para votar o no.

Cuando mucha gente enunciaba que “los jóvenes no se interesan y no participan”, allí estuvieron para darles(darnos) una linda bofetada. Estas, nuestras jóvenes y ellos también, que crecieron con derechos, comprometieron horas, hicieron barriadas y dieron pelea. A no confundirse, quienes estamos entre los cuarenta y tanto y los cincuenta y tanto, somos el grupo de menor adhesión al proyecto político del Frente Amplio.

Aquí están, algo debemos estar haciendo bien, porque siguen defendiendo y conquistando derechos y libertades. Ahora más que nunca tenemos que estar también nosotras, codo a codo, cuidándolas si se complica. Tenemos que estar para contagiarnos que sí se puede, que somos capaces de dar vuelta la historia. Algo tenemos que seguir haciendo porque para ellas esto no es un recreo y no quieren que termine.

Edila Ana Gabriela Fernández. Frente Amplio – Casa Grande.

 

Dejar una Respuesta

XHTML: Usted puede usar las siguientes etiquetas: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>