Entre el crecimiento económico y el cuidado de los bienes comunes



Los tres gobiernos del Frente Amplio tuvieron serias dificultades para lidiar con el conflicto entre crecimiento económico y cuidado de los bienes comunes. Contradicción que solo existe dentro de un modelo de organización social que basa la producción de bienes y servicios, en maximizar la ganancia del capital y en la competencia, transformando todos los aspectos de nuestra vida en mercancías. A pesar de esas dificultades se concretaron grandes avances, desde una visión de izquierda.

Por el contrario,  las perspectivas que se avisoran a partir de los aspectos ambientales incluidos en la LUC impulsada por la coalición gobernante, indican un serio retroceso en la posibilidad de poner freno a los problemas más acuciantes y revertir los procesos de deterioro ambiental 

La contaminación de las aguas superficiales sigue siendo un grave problema en las zonas con producción agropecuaria más intensiva, tanto agrícola como lechera. No solo amenaza la provisión de agua potable, sino que además pone en riesgo la actividad turística, la pesca artesanal y el disfrute de las playas por parte de toda la población. 

Los agrotóxicos a los que se exponen los trabajadores y trabajadoras rurales siguen causando enfermedades y muertes evitables en la población rural, contaminando los alimentos que llegan a los centros urbanos, ensuciando el agua y acumulándose en nuestros suelos. La autorización, en su momento,  de nuevos cultivos transgénicos por parte del gabinete de Bioseguridad, con la opinión en contra del Ministerio de Salud y del Ministerio de Vivienda Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, expresa con claridad las dificultades y contradicciones de la política ambiental en los últimos 15 años.

Sin embargo, los avances durante los gobiernos del Frente Amplio fueron muy importantes, podemos destacar la aprobación de la Ley de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Sostenible, marco legal con el cual  la Intendencia de Canelones pudo imponer importantes restricciones a los aspectos del agronegocio más peligrosos para la salud de los pobladores rurales y para la integridad de los cursos de agua y la biodiversidad asociada. 

La creación de 17 áreas protegidas abarcando la mayor parte de los ecosistemas del país también fue un avance de las políticas ambientales de izquierda que permitió conservar especies valiosas y en peligro sin dejar de producir y promoviendo el desarrollo local. Los procesos de incorporación al sistema de áreas protegidas incluyeron la participación de la comunidad tanto para definir las áreas como sus planes de manejo.

Se aprobó la ley de bolsas plásticas que logró en poco tiempo eliminar ese importante factor contaminante de nuestro uso cotidiano. La ley de residuos también apunta a desestimular el uso de plásticos de un solo uso y aplicar el concepto de que el que contamina paga.

La Ley de Agroecología aprobada en los últimos meses apuesta a transformar radicalmente la forma en que se producen procesan, distribuyen y consumen los alimentos, promoviendo las cadenas cortas, el reciclaje de nutrientes, el cuidado del suelo y del agua y por sobre todas las cosas la salud de productores y consumidores. 

Estos avances se dieron gracias a una concepción de la política ambiental que considera el interés general, en este caso el cuidado del ambiente y la salud, sobre el interés particular y que no sacraliza la propiedad privada como un derecho inalienable en el que cada propietario puede hacer lo que se le ocurre.  

En cambio, la propuesta de la derecha parece ir en sentido contrario, dando prioridad a los intereses particulares frente al cuidado del ambiente. La inclusión de los artículos 500 y 501 de la LUC muestra claramente el sentido que cobrará la política ambiental durante el gobierno multicolor. Proponen directamente impedir la inclusión en áreas protegidas de aquellos terrenos en que no se obtenga el consentimiento expreso del propietario, dejando en manos de los particulares, la posibilidad de proteger paisajes únicos y especies en peligro de extinción. La única opción que le quedaría al Estado sería la expropiación, extremo impracticable dado el valor actual de las tierras y el tamaño que necesitan las áreas protegidas para cumplir sus objetivos de cuidado a los ecosistemas más frágiles. 

Más de cincuenta científicos uruguayos recomiendan en una carta pública que no se aprueben estos dos artículos, por los impactos negativos directos sobre la principal infraestructura nacional para la conservación de la biodiversidad que perderá eficiencia para enfrentar las crecientes amenazas sobre el ambiente.

Con esa orientación política de priorizar los intereses privados, la creación del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, se parece más a una fachada demagógica que a un instrumento real para solucionar los problemas ambientales del Uruguay, que si son graves y necesitan tomar medidas urgentes y drásticas.

El nuevo Ministerio no incorpora áreas  claves para la gestión ambiental en el medio rural, que hoy son competencia del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca. Parece imposible que el ministerio encargado de aumentar la productividad, sea simultáneamente el encargado de fiscalizar el uso de agroquímicos. La potestad de fiscalizar y sancionar el mal uso de plaguicidas y fertilizantes debe pasar al Ministerio de Ambiente si pretendemos solucionar el problema de las cianobacterias en nuestras playas y arroyos, y proteger a los pobladores rurales de las intoxicaciones por las fumigaciones que se  siguen realizando sin respetar las distancias necesarias para preservar la salud de las personas y los ecosistemas. Así mismo, el cuidado del bosque nativo también debería ser parte del nuevo ministerio, teniendo en cuenta las leyes que impulsan su protección.

Finalmente, este momento de pandemia nos permite reflexionar profundamente sobre nuestra relación con la naturaleza. Los científicos alertan al mundo que el deterioro ambiental y la pérdida de la biodiversidad causan que los virus salten de animales salvajes a los seres humanos con más facilidad. La detención abrupta de muchas actividades económicas nos ha demostrado que la naturaleza puede recuperarse del daño. Nos ha hecho valorar la importancia de las tareas domésticas y de cuidados como nunca antes, y lo importante que son en nuestras vidas los afectos que nos unen con nuestros seres queridos y con la humanidad. La vida humana y su belleza siguen en pie cuando se detienen los aeropuertos, el turismo se pone en pausa y los motores se apagan. 

Es una inmejorable oportunidad para plantearnos la posibilidad de poner otras prioridades en nuestras vidas  y no las que pone la propaganda en nuestros corazones que solo pasan por bienes de consumo, y traslados por todo el planeta. Solo poniendo en el centro bienes intangibles como la solidaridad, la justicia social, y los lazos afectivos podremos construir un mundo donde todas y todos tengamos lo suficiente para la vivir y disfrutar de la vida con tiempo para actividades sociales, recreativas, políticas, eróticas, artísticas. A ese mundo algunos lo llaman Ecosocialismo.

Juan Pablo “Tucu” Perranchón

Dejar una Respuesta

XHTML: Usted puede usar las siguientes etiquetas: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>