Boletín #3: derechos, adolescencia y neoliberalismo

Hoy publicamos nuestro tercer Boletín Casa Grande, desde el comienzo de la pandemia. De allí hasta acá, muchas cosas han pasado. 

La primera fue la aprobación de una ley importante, la que estableció el Fondo Coronavirus, con un ajuste a los altos salarios públicos y las jubilaciones, y que contó con el apoyo del FA. La segunda fue la puesta en marcha del proyecto de Ley de Urgente Consideración, que plasma de la manera más evidente la filosofía del nuevo gobierno. La tercera es el despliegue del gobierno en todo el territorio del Estado y el desmantelamiento de políticas que al FA le llevó años aprobar e implementar: desde el MiDeS hasta TNU.  

El gobierno ha tenido la justificación más legítima imaginable para todos sus recortes y desmanes policiales y militares: la pandemia. Todos los recortes se hicieron en el Estado, en los salarios y en las jubilaciones. La idea del gobierno es defender al capital y al empresariado que será, en sus propias palabras “quien salvará al país”. Pero por ahora lo van salvando trabajadores y trabajadoras, el endeudamiento público y el BPS. Y todo va saliendo del mismo bolsillo. 

Mientras tanto, se han sucedido declaraciones de todo tipo y tenor destinadas a poner un “cortafuego” a los avances (o resistencias) de un progresismo desfavorecido electoralmente pero cuya voz resuena aún muy potente en el espacio público. Las declaraciones cuestionando cualquier juzgamiento de los crímenes de lesa humanidad –sin que al gobierno se le mueva un pelo-, las guiñadas al sector más reaccionario de la iglesia católica (cuyos cuadros revisten en el gobierno, especialmente en la educación), las tremendas concesiones económicas que se le siguen haciendo a las fuerzas armadas (desde el porte de armas hasta la no exigencia de no llenar vacantes que rige para el resto del aparato del Estado), son las señales características del retroceso conservador. 

Las medidas para enfrentar la pandemia del coronavirus han erosionado buena parte de lo que considerábamos “intocable” de la democracia: las elecciones democráticas se aplazan en todos los países y en el nuestro, los consejos de salarios se postergan y la ley de urgencia impide cualquier debate deliberativo ampliado.

La pandemia del coronavirus vino en América Latina en un período de expansión de las derechas. Es el efecto combinado de ambas cosas lo que impactará sobre salud de la democracia y el desarrollo de nuestros países. Buena parte de los anticuerpos políticos en estos momentos, los tiene que generar la izquierda. Todas las izquierdas (la social, la política, la cultural). El desafío es enorme. Y nunca como en estos momentos se requiere lucidez, imaginación, articulación y pensamiento crítico.

Constanza Moreira

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